La ética en la industria inmobiliaria es una dimensión que genera confianza.

 

La ética inmobiliaria se refiere al conjunto de normas y principios que regulan la conducta de los diferentes actores que intervienen en el sector inmobiliario, con el fin de establecer relaciones justas y correctas que beneficien al bien común. La ética inmobiliaria busca llenar los vacíos que deja la ley, para garantizar una actividad más justa y sin desviaciones. Cada país tiene su propio código de ética inmobiliaria, el cual es utilizado como guía por los agentes y profesionales del sector.

Los valores más importantes en la ética inmobiliaria son el respeto, la honestidad y la lealtad. Los profesionales de la inmobiliaria éticos se adhieren a prácticas que incluyen proporcionar información veraz y completa a sus clientes, no apartar propiedades de manera informal, no ocultar defectos o vicios de las propiedades, no mentir en la valuación y asesorar asertivamente. Además, estos profesionales deben mostrar lealtad hacia sus colegas y aliados en el sector.

La obligación de suministrar información veraz y completa sobre los inmuebles es un valor fundamental en la ética inmobiliaria. Los promotores y agentes inmobiliarios deben mencionar el precio y todas las características inherentes al inmueble en los anuncios, avisos y comunicados sobre las propiedades. Además, los agentes deben asegurarse de que toda esta información sea verificable. Es importante destacar que los agentes inmobiliarios no deben mentir acerca de los costos a sus clientes.

Otra práctica ética importante es que los agentes inmobiliarios no deben apartar propiedades de manera informal, sino que deben ceñirse a los aspectos legales que hagan oficial dicha separación, tales como un contrato de compraventa o de arras. De esta manera, se garantiza la igualdad de oportunidades para los compradores potenciales y se evita poner en riesgo los intereses del vendedor.

Los agentes inmobiliarios éticos tienen la obligación de no ocultar defectos o vicios de las propiedades. Si bien no están obligados a descubrir defectos latentes en los inmuebles o a asesorar a los compradores sobre áreas que están fuera de su conocimiento y competencias, si tienen la obligación ética de no ocultar detalles o irregularidades de las que tengan conocimiento. De esta manera, se protege al público del fraude y de las prácticas de dudosa reputación, poniendo en conocimiento a las autoridades competentes y advirtiendo a los clientes sobre este tipo de hallazgos.

Los agentes inmobiliarios éticos no deben mentir en la valuación. Antes de realizar una valuación o fijación de precios, deben asegurarse de contar con los conocimientos especializados y el permiso legal para hacerlo. Si están autorizados legalmente para realizar la valuación, deben actuar con total transparencia y hacer uso de su conocimiento del mercado y de las diferentes clases de propiedades para realizar una fijación honesta, justa y basada en criterios profesionales.

Otra práctica ética importante es que los agentes inmobiliarios deben asesorar asertivamente. Para ello, deben capacitarse y actualizarse permanentemente en el mercado regional y nacional en el que ejercen su actividad. Deben ser capaces

La ética inmobiliaria distingue a los mejores agentes

La alta competencia que existe en el gremio inmobiliario obliga a generar un valor agregado para destacarse. Una de las mejores maneras de hacerlo es con una actividad ética que refleje el profesionalismo y transparencia que buscan los consumidores de este sector, en el que la inversión es muy alta y se requiere de un alto sentido de confidencialidad y confianza. 

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